Documenta Has Nothing For You

Experiencing Connection Issues – Capacete Athens

“I’m not a curator”, enuncia Preciado con su seguridad característica. 

Se lo creo, a pesar de que su nombre aparece en los créditos como curador de programas públicos de Documenta 14. Preciado, más allá de las definiciones que se le den -o las miles de presentaciones que se le puedan hacer- es para mi un gran teórico, orador y pedagogo. Nunca antes de él tuve un profesor que generara conocimiento y construyera de manera crítica la idea de pensamiento colectivo.

Sus manos se aceleran cuando intenta explicar su posición dentro de la Documenta 14, mientras le escuchamos atentos quienes asistimos a una de las charlas en el marco de School of everything en Kassel. Nos cuenta su última experiencia en el MACBA en 2015 y la forma en que fue echado por el director de este museo. El problema: una escultura de papel (hace énfasis en este frágil material) donde aparece el Rey de España en una posición “incómoda” participando en un trío con Domitila, activista boliviana, y un perro. Esta pieza formaba parte de una muestra comisariada por él y Valentín Roma, titulada la bestia y el soberano, que la institución intentó censurar días antes de ser inaugurada. La supuesta ofensa a la monarquía le costó el trabajo y el cierre del Programa de Estudios Independientes (PEI) que venía dirigiendo desde hacía un par de años. Paradójicamente, este acontecimiento terminó siendo en sí mismo una metáfora de los juegos de dominación entre las instituciones y sus agentes, potenciando el discurso curatorial que ponía en cuestión la autonomía y el poder en el estado-nación.

¿Cuánto puede “agrietarse” una institución? ¿Es verdad que se pueden generar rupturas desde dentro? ¿Es ingenuo querer jugar al caballo de troya? Me hago estas preguntas mientras Preciado habla de cómo su trabajo siempre ha buscado parasitar la institución y como, aunque a veces esto ha implicado un “fracaso”, sigue intentando poner en escena el conocimiento no reconocido y cuestionar las fronteras entre academia/museo/institución y/o teórico/curador/profesor, posándose en las líneas que quedan en medio. Si hay alguien que considero especialista en cuestionar los bordes entre una cosa y otra es él. Pasar de ser Beatriz a Paul, enunciarse como No curador y aparecer en los créditos como ello, me vuelven a recordar su posición en el mundo: no reconocerse cada vez que se ve en el espejo, redefinir todo cada vez que comienza algo.

Continúa con el ejemplo del PEI; un ejercicio de mediación entre la Institución Universitaria y la Institución Museo a partir de las preguntas: ¿Cómo validar un programa de pedagogía radical? ¿Cómo usar el museo como espacio de estudios y crítica? ¿Cómo usar la universidad para obtener un título? De alguna u otra forma esto se fue respondiendo a lo largo de los más de 10 años que duró el programa, desde donde se desafió constantemente al MACBA, lanzando muchas preguntas -al mismo PEI, a la institución, a la ciudad-, cuestionando sus formas de trabajo, exigiendo mejores condiciones -pidiendo presupuestos, tomando espacios-, provocando un escozor y reavivando la idea de lo que un museo puede (o no). Al final, las redes que se construyeron entre quienes estudiamos ahí, implicaron -e implican- un parteaguas en nuestras vidas. Y de paso hoy tenemos un título de máster, llamado de forma abstracta, “Estudios museísticos avanzados y teoría crítica”, expedido por la Universidad Autónoma de Barcelona.

“The museum has been, and always is, a space of heteronormativity” -al igual que la academia, el arte, o todo, pienso- no es necesario entrar en cifras, ni detalles, esta problemática viene visibilizándose desde hace años en el trabajo de muchas artistas (como Guerrilla Girls, Mónica Mayer, Maris Bustamante, y una largo etc.) y siendo abordada de diversas formas por críticos y teóricos. Preciado no titubea al decir que la institución no es un lugar donde transita la libertad, o donde los artistas, curadores y agentes culturales hacen lo que les dé la gana. Comparto esta idea a la par que me amarga el momento cuando asegura que en el mundo ocurren muchas revoluciones paralelas y se atreve a comparar su situación “micro-revolucionaria” en el museo con la experiencia de Ahmad Alkhatieb, futbolista sirio invitado a la mesa, quien previamente había compartido su experiencia de cómo tuvo que salir huyendo de su país. La comparación no sólo me parece fuera de lugar sino incluso me hace sentir una especie de vergüenza ajena. No me atrevo siquiera a relacionar la idea de revolución dentro de un museo con una situación como la que ocurre en Siria. La sensación de desconcierto y desacuerdo la comparto con Jarri Malta,entre miradas y gestos cuando sus palabras vuelven a atraparnos: “Freedom is not a natural right” -ya lo ha dicho Foucault-.

Encadena esto a sus múltiples referentes haciendo mención a la revolución de Haití, un hito que aparece constantemente en sus planteamientos. Sin embargo, sus intentos de dar visibilidad a la forma en que comprende la idea de revolución y el cómo utiliza el concepto de minorías para incidir en la institución, se ve debilitado cuando toma consciencia -a ratos- de la delicadeza del tema y llega a su posición actual en la Documenta. 

La edición 14 de este evento decidió ir de Alemania a Grecia intentando hablar sobre la crisis Europea y ampliar la noción del sur (noción ambigua que depende sin duda alguna de quién y desde donde se vea). Este acto de traslado de la Documenta 14 ha sido observado -y señalado- por muchos como un gesto colonial por diversas razones. Preciado habla de esta señalización, de forma superficial y rodeando la idea, mientras excusa los procesos de investigación de la exposición, como si el concebirlos desde Atenas legitimizaran el resultado en sí mismo. Esto me hace recordar que una de las preguntas clave para mi es siempre: ¿Cómo incide el espacio desde donde se construye una idea o un concepto en los resultados del mismo? 

Vivir dos años en Atenas, como lo ha hecho Preciado, debió ser abrumador. Adentrarse en la complejidad de un país como Grecia no es fácil, se trata de un espacio donde transitan muchas problemáticas de la realidad contemporánea a nivel mundial. Atenas lidia con las consecuencias de la crisis a nivel humanitario, la población subsiste en una economía fragilizada a la que cada vez le suman más medidas de austeridad, enfrentan un severo problema de drogas y descontrol de estupefacientes entre la comunidad más vulnerabilizada,  lidian entre conflictos de grupos anarquistas y policía, mientras se integran o desplazan los campos de refugiados y espacios tomados -que se ven constantemente violentados-. Un lugar donde se refleja la decadencia y la muerte de la guerra económica que Europa provoca, no sólo en territorio denominado “europeo”, sino también en aquellos lugares que están fuera de sus fronteras, muchos de ellos denominados como “sur” desde la propia Documenta.

Si bien este evento intenta evidenciar estos quiebres y tensiones, lo hace encarnando precisamente eso: quiebres y tensiones. Aún con sus más de 56 sedes, muestras, charlas, debates, proyecciones, la amplia programación del proyecto, éste se quedó muchas veces en un intento forzado que polarizó aún más. Ya sea en su propia forma de funcionar (conflictos con sus trabajadores, la ausencia de vínculos con la comunidad artística que vive y trabaja en Atenas, la falta de comunicación y mediación con la gente de la ciudad) o al intentar relacionar las realidades desde dos espacios tan distintos, como Alemania y Grecia, con tantas capas de historia, de deuda e imposiciones. 

Estos puntos – y otros- aparecen como dudas en el discurso de Preciado, quien hasta después de 67 días de la apertura de la Documenta en Atenas, parece darse cuenta, pero sin  arriesgarse a entrar de fondo en ese debate. Ya nos ha dicho un par de veces que la misma Documenta no le ha dejado tiempo para pensar. Me parece obvio, el desborde de actividades y programación no dejan tiempo para nada. Incluso en un arranque de -visible- agotamiento es capaz de mencionar a la Documenta como el lugar menos crítico, donde menos curaduría ha hecho y como un espacio que no ha podido dar lugar al diálogo y el pensamiento colectivo. Y aunque tiene su encanto escucharle quejarse y nos hace reír con algunos de sus comentarios -inesperados para muchos- nos muestra un Paul contradictorio que se debate entre contarnos los procesos de construcción del Parlamento de los Cuerpos (y su lugar en Atenas y en Kassel) o dejarnos saber que la documenta no es un lugar para todos, por más que él intenta que lo sea.

Se decide por lo primero y nos habla de la idea que envuelve al programa público. Esta surge hace un par de años, luego de que el parlamento decidiera hacer caso omiso a la respuesta del pueblo griego, donde se respondió “Oxi” (No), ante el referéndum sobre si seguir dentro de la Unión Europea y acatar sus medidas de austeridad. La reacción de la gente y los cuerpos reunidos en calles y espacios públicos, manifestando su descontento, dieron forma a este concepto que hoy llama el Parlamento de los Cuerpos, bajo la idea de conformar un nuevo parlamento vivo. En Atenas éste se desarrolló en el Parko Elefterias, lugar que era utilizado como espacio de tortura durante la dictadura entre los 60’s y 70’s y que hoy es un espacio museístico. El programa arrancó meses previos a la inauguración del evento y fue intentando llenar la ciudad con algunos apuntes que prepararan el terreno para lo que venía -si esto funcionó o no, es otro tema-. Es importante apuntar que quienes conformamos por ratos ese parlamento somos un público muy específico del arte contemporáneo: artistas/curadores internacionales, estudiantes de arte en su mayoría de programas del norte de Europa, el equipo de documenta y alguno que otro agente local. En verdad ese parlamento careció de representatividad griega, pero -paradójicamente- esto no le preocupa a Preciado, quien ya ha anunciado no solo que no le interesa la audiencia, sino incluso que cree que ésta no existe y nos pide que si llegamos a saber quién es, se lo digamos. Lo cual hace inevitable la pregunta de ¿A quién está dirigida esta Documenta?

A diferencia de Atenas, en Kassel el parlamento de los cuerpos ocurre en el Friedericianum, el museo que aloja la exposición principal de Documenta. No sólo eso, además utiliza el “golden space” del recinto como una decisión consciente para “robar” el espacio sagrado a la curaduría, dejando este sitio como espacio de debate y encuentro, supuestamente imposibilitándolo como sala de exposición. Aunque en teoría esto rompe la narrativa de los curadores, Preciado ha decidido instalar “Polemos”, una pieza comisionada a Andreas Angelidakis que consiste en un tanque de guerra conformado por módulos con estampados militares que se dividen y reparten en el espacio como posibles asientos, ocupando la sala y formando una especie de ágora que sirve como lugar de diálogo o descanso. Esta pieza no sólo es el escenario del Parlamento de los Cuerpos sino que su uso implica también el gesto de desmantelar de forma literal un tanque de guerra, señalando así el papel que Alemania, y concretamente Kassel, tienen en la producción de armamento militar y su impacto en la economía del país y, por ende, de Europa.

Un día antes de saber esta historia había estado en ese espacio reposando del agotamiento que produce la Documenta. La sensación de descansar sobre el estampado militar al inicio me causó desagrado pero al rato su comodidad me permitió tomar una siesta de al menos unos 15 minutos. Al despertar me encontré un par de niños y una niña que jugaban ahí como si ese lugar les perteneciera. Los niños jugaban a armar precisamente un tanque de guerra, aquel que había sido desmantelado hacía solo unos días. Me sorprendían sus gestos y sus muecas que aún con tan poca edad lograban performar lo que entendemos por masculinidad. Como si a sus 8 años ya supieran todo sobre lo que “debería ser un hombre”: intentaban armar aquel tanque con todos los módulos que pudieran, su objetivo era hacerlo enorme, gigante, se montaban encima de los mismos para lograr llegar más arriba y hacer el tanque aún más monstruoso de lo que ya era, aunque sus ojos ya ni siquiera alcanzaran a verlo. A la par había una especie de “contraparte”, la niña que les miraba con desconcierto y quien había construido una resbaladilla por la cual se dejaba llevar hasta caer y rozar el tanque intentando derrumbarlo. Cada vez que se resbalaba me inundaba la emoción de pensar que lo destruiría, pero a pesar de sus muchos intentos no lo logró. Al verse frustrada por no alcanzar a tocarlo lo suficientemente fuerte para derribarlo planteó una nueva estrategia: construir casas. Entonces comenzó la pelea para “robarse” todos los módulos posibles y que los niños no pudieran seguir haciendo crecer el tanque. Esa escena me provocaba una mezcla de sensaciones entre tristeza, desánimo y la certeza de lo mal que lo estamos haciendo. Los niños jugando a construir tanques y la niña jugando a armar casitas -tristemente- no eran casualidad, ahí, en el parlamento de Preciado.

La charla de Paul a la que asistimos, concluyó con tres ideas que le ha dejado el trabajar en la Documenta 14: la imposibilidad, el “failure” y el “Stop”. Aunque estas tres suenan muy similares las fue matizando a la hora de entenderles. La primera se trata de la imposibilidad de pensar, estar, hacer parte, hablar, dialogar. La imposibilidad de captura de todo lo que acontece en un evento de tal magnitud. El “Failure” lo entendía en cuanto a todo lo que implica el evento en sí y sus múltiples consecuencias, ya sean visibles, como el turismo cultural o el impacto económico, o intangibles; los afectos, lo emocional, las relaciones, la salud, el estrés, el cansancio, el agotamiento, es decir todo aquello que en ese momento Preciado transpiraba. Por último habló del “Stop”, con esto se refería literalmente a parar. Su necesidad de dejar de hacer y aprender a decir no. Mencionó que su propuesta para la siguiente Documenta es que no exista Documenta 15. Incluso alegaba que hay que decirle no a la Documenta. Cosa que nos hizo reír a Jarri y a mi. Nuestras risas le alcanzaron y no dudó en señalar que entendía porque nos reíamos, que sabía que era porque le veíamos ahí, sin haber dicho no, siendo parte de la Documenta y con los créditos correspondientes, pero que si alguien le hubiese advertido antes lo que le esperaba, lo habría agradecido: “Documenta has nothing for you”.

Al terminar la charla nos acercamos a él con muchas ganas de apretar su cansancio con un abrazo. Nos preguntó entonces que si ya nos habíamos decidido a hacer algo para el Parlamento de los cuerpos. Que seguía esperando nuestra propuesta…

Volví extrañada, confundida -como siempre- ante esas contradicciones y las tantas cosas que suscita en mí aquella figura que hoy había revelado mucho de lo que venimos pensando sobre los efectos de este evento. Agotada, desbordada frente a las frases motivacionales que rodean el apartamento de airbnb donde me hospedé, me pregunto ¿a quién hace feliz esta documenta?.

*Texto Completo debajo en la publicación original*

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