Ceder la voz – Bisagra
Ceder la Voz / Bisagra 004
I.- Horizontal
La palabra horizontal para mí siempre estuvo en relación con el paisaje.
Crecí en la ciudad de las montañas, Monterrey, al norte de México, mirando continuamente hacia arriba o desde arriba.
La primera vez en mi vida que vi un horizonte en línea recta me desbordó la sensación de desconcierto.
Mi forma de ubicarme en el mundo siempre estaba basada en las montañas.
El horizonte del mar era más cercano a algo irreal que a algo bello.
Nunca aprendí a nadar.
En Monterrey si tienes dinero vives en lo alto de un edificio o arriba del cerro, allí donde las licitaciones son ilegales y los terrenos terminan costando el triple, porque “la vista lo vale”.
La medida del precio corresponde a lo alto desde donde observar la ciudad.
Por ejemplo un penthouse.
I
II
III
IIII
IIIIIII
Las casas más pobres suelen ser de una planta.
Las más baratas en un edificio están en la parte de abajo.
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En el norte hablamos fuerte.
GRITAMOS
Parecemos molestos todo el tiempo.
No sabemos hablar “quedito”.
Cuando la voz registra un sonido alto suele graficarse masomenos así:
I
II
III
IIII
IIIIIII
Cuando hay silencio suele registrarse así:
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En el norte no solemos quedarnos callados.
Nunca antes había pensado las relaciones entre el registro de la voz, los precios de las casas, la vista desde arriba, las montañas o el porqué nunca aprendí a nadar. La reflexión comenzó
hace unos meses cuando Eliana Otta nos invitó a participar de un taller en la ciudad de Atenas donde se cuestionaba nuestro contacto con la tierra o el suelo. “¿Qué pasa si el suelo es el mejor lugar para reflexionar sobre las batallas cotidianas? ¿Qué pasa si solo después de compartir el mismo terreno, al mismo tiempo, podemos descubrir otras maneras de compartir lo que viene después de levantarse?”
La poética que plantean estas preguntas detonó en mi cuerpo una serie de reflexiones tan fuertes que le pedí a Eliana replicar la estrategia en un taller pensado y construido para hacer en Monterrey. Tumbados sobre el suelo, reflexionamos de forma grupal sobre el tiempo que pasamos en reposo, nos vigilamos las espaldas, las compartimos, lanzamos lo que entendíamos por horizontal y las experiencias que creíamos más o menos relacionadas a ello.
Me di cuenta que hasta hoy puedo recordar más experiencias verticales que horizontales. En aquel momento no mencioné en voz alta la más reciente de ellas, pero ahora, aquí, intento desmenuzarla…
*Texto completo debajo en la publicación original*